El amor desde las baldosas


Ella comenzó la frase sin saber lo que podía desencadenar. Le resulta imprescindible decir te quiero pero para él es como una reveladora imagen de su soledad.
Es una confabulación del amor lo que produce una irrebatible confusión, sentirse amado y a la vez solo.
Pero esa noche todo era perfecto salvo por las ocurrencias de aquel amante descontento. Los momentos juntos que pasan son cada vez más necesarios. Aquellos dos individuos, sin embargo, entraron en discusión.
-Esto ya no tiene sentido.
-Por?
-Mientras más te quiero más solo me siento, esa es la verdad.
Aquel altercado no puede tener sentido. Si los libros hablan del amor, la libertad, la felicidad, Freud escribe que todo es amor y al mundo se lo ve radiante cuando está en pareja.
El único ser en el mundo que se siente mientras más amado, más solo está a punto de reventar. La va a largar o ella se va antes, a lo mejor sin siquiera darle una explicación.
Es la tardecita. Ella sale a comprar algo al super, ya ni se lo que hace falta en la casa. Estoy terminando el diseño para una casa y estoy apurado, mañana o a más tardar el viernes tengo que tener todo listo para entregar el proyecto. Ahora que hay poco trabajo hay que aprovechar y a mi me gusta tenerlo listo antes del viernes para no andar apurado después, pero…adonde va? porque tarda tanto, si el super queda cerca y no tiene que comprar casi nada.
Ella vuelve feliz pero, como siempre, misteriosa. Deja las bolsas en el comedor y las llaves en una mesita donde hay un cenicero. Es linda, rubia, el pelo muy lacio y los labios más hermosos del mundo. Me sedujo el aroma que la rodea y me hechizó desde el primer momento en que la tuve cerca. Así la conocí, un diez de agosto, me acuerdo patente.
Se fue para la cocina, saludó apenas y desapareció por una puerta. Hola se escucho, pero nada más. Un hola seco sin ganas de que lo reconozcan.
Todo se esfumó.
La última vez que la vi la encontré muy animada. Parece que se casó o se puso de novia, sin dar más explicaciones a la vida, o a mí, o a ella misma. Vuelvo para casa. Está un poco vacía, ahora que se fue pero, bueno, es lo mejor porque terminamos bien.
Sin embargo la atención que a él le demandaba el trabajo en su estudio de arquitectura lo metamorfoseaba en un embrión filosófico. Al lado de un dibujo técnico del plano de un edificio que estaba proyectando escribió algo muy importante para él.
“Yo soy esa baldosa que vigila la puerta de los edificios. Sola, es nada, no hace nada. Pero si hay muchas al lado mío, formamos texturas, construimos y podemos seguir hasta el infinito.”
Mira su rostro en el espejo y se siente viejo. Mirá las arrugas…estas ojeras. Se incrimina mientras pasa la mano por su cara tratando de estirarla para que se alise. Las formas están bien, pero comienzan a decaer por el tiempo. Vuelve a su tablero, los planos ya están casi listos.
El domingo anduvo por el supermercado y pasó una chica un poco más joven que él. Parece que élla esta muy buena.